El museo del reloj cucú más grande de mundo, escenarios de películas muy conocidas, el aire más puro y fresco que jamás hayas respirado, casas de lo más pintorescas sacadas de un cuento y kilómetros de naturaleza donde te puedes perder a través de la ventana de un tren de dos pisos.
Existe, y te lo quiero contar
Escrito por Marina Lozano
¿Alguna vez has pensado que eres o has sido afortunado o afortunada
por vivir en uno de los lugares más especiales del mundo?
Permíteme presumirte este lugar
en el que tuve la suerte de residir durante un año
y cuyo aroma, paz y color todavía conservo en mis recuerdos.
Te doy algunas pistas,
imagínate vivir rodeado de árboles enormes y cascadas,
prados de un verde que casi casi te deslumbra cuando lo miras
y donde no alcanza la vista del ojo humano para terminar de verlos.
Es de esos lugares que te transmiten algo que no sabes qué es,
pero te cala en lo más hondo de tu ser.
Imagina un lugar estúpidamente silencioso,
donde reina la paz y donde tus pulmones
se llenan de aire natural mientras paseas
por los pueblos más pintorescos del mundo.
Puedes ir en cualquier época del año,
en verano no te asas de calor (la máxima que yo he vivido en agosto han sido 20 grados
centígrados)
y en invierno basta con abrigarte adecuadamente
y ni los más frioleros (yo soy una de ellas) se congelan,
aunque estén a unos pocos grados centígrados bajo cero.
No te hago esperar más, se trata de Der Schwarzwald,
o para no complicarte con el alemán,
que la verdad es un poco difícil,
la Selva Negra, en español.
Esta zona en el sur de Alemania
está tan poblada de árboles
que de lejos se puede ver de color negro,
de ahí el peculiar nombre.
Y entre todo ese frondoso bosque “negro”,
además de ríos y lagos, se encuentran
los pueblos más bonitos que jamás he visto,
muy parecidos a los que todos hemos visto
en las típicas películas de invierno,
repletos de adornos, colorido
y un aire que no se respira en casi ningún otro sitio.
Vista panorámica de la Selva Negra, Alemania. Imagen: Tripadvisor
El corazón rural de la joya
Como digo, si de algo puede presumir esta región germana
es del gran surtido de pueblitos de casas coloridas
típicas de los cuentos de hadas,
con sus techos en forma triangular
y ventanas de madera, con sus respectivas y obligatorias macetas
en cada rincón como toda casa de cuento.
Pueblos como Gutach,
con un enorme reloj cucú en plena montaña,
donde puedes moverte con toda calma,
sin prisa, sin nadie atosigándote
y donde tienes todo el tiempo del mundo
para deleitar tus ojos con ese monumento.
Además de tomarte fotos con tus amigos,
sólo, en pareja o como se te ocurra,
mientras que respiras aire realmente fresco
y solamente escuchas el silencio.
O muy cerca de ahí, en Hornberg,
el pueblo en el que yo viví en mi estancia en Alemania,
y cuyo nombre significa cuerno de montaña,
donde ese encuentra un castillo en ruinas
emblemático y lleno de historia.
Justo al lado un fastuoso y lujoso hotel
donde puedes hospedarte
y desde el que tendrás unas vistas impresionantes,
si decides quedarte en él.
Castillo y Hotel en Hornberg, Selva Negra, Alemania. Imagen: Tripadvisor
Cerca de ambos pueblos está Triberg,
con el ostentoso título de tener en sus calles
el reloj cucú más grande del mundo,
transformado en un pintoresco museo
y sus fastuosas cascadas,
a las que puedes acceder por poco más de 3.50 euros.
Cascada en Triberg, Selva Negra, Alemania. Imagen: Tripadvisor
Museo del reloj cucú en Triberg, Selva Negra, Alemania. Imagen: Tripadvisor
Un pueblo de ensueño
Pero el pueblo de Gengenbach,
en cuyas calles se rodaron algunas escenas
de la conocida película Charlie y la fábrica de chocolate,
se lleva la palma.
Te recomiendo encarecidamente,
que no te vayas de la Selva Negra sin pisar este lugar,
te vas a arrepentir si no lo haces, te lo aseguro.
Todas y cada una de sus casas, plazas, calles,
callejones, balcones y monumentos,
son una mezcla entre las ciudades antiguas y los cuentos.
Donde lo que más llama la atención
es la decoración de madera de las casas
y la cantidad de flores (todas ellas perfectamente cuidadas)
de diversos colores y tipos,
que inundan las ventanas y las calles en general del pueblo.
Es algo que ningún viajero se puede perder, no vas a querer salir de allí.
Gengenbach, Selva Negra, Alemania. Imagen: Tripadvisor
Después de todas estas maravillas,
te estarás preguntando, “¿y cómo me puedo mover?”
“¿necesito forzosamente un coche?”
Deutsche Bahn
La respuesta más simple es una sola palabra:
Deutsche bahn (en realidad dos, en alemán).
Si algo me impresionó de mi estancia en Alemania
fue su sistema público de transporte.
En concreto, el tren de esta compañía me enamoró.
Trenes de dos plantas, con calefacción
y asientos mullidos y extremadamente suaves.
Y como no, puntualidad alemana al extremo,
sin importar si está nevando, lloviendo,
haciendo un calor de mil demonios
o qué tan pequeño y alejado esté el pueblo.
En cada asiento junto a la ventana
sale aire caliente en época de invierno,
y mientras el suave traqueteo te relaja,
te duermes gustosamente a la vez que disfrutas
de la increíble vista de los bosques y de cada parada en cada estación,
donde puedes admirar los detalles de cada pueblo o gran ciudad.
De verdad, es sumamente relajante y maravilloso
y una manera muy cómoda y práctica
para moverte, sin estar preocupándote
de dónde aparcas el coche o de cuánto te cuesta el parking.
No importa en qué lugar de la Selva Negra te encuentres,
no importa si estás en la cosmopolita ciudad de Offenburg
o en el pequeño pueblo de Hausach.
En cada rincón de esta región
hay una estación desde la que puedes salir
a cualquier lugar del país germano
e incluso a ciudades fronterizas como Konstanz, en Suiza.
¿Sabes qué es lo mejor de todo?
Que no importa cuál sea tu idioma,
no importa si “chapurreas el inglés”
o si no tienes ni idea de otro idioma que no sea el tuyo,
ya que en las máquinas de cada estación
puedes comprar billetes de tren en italiano,
francés, español e inglés, entre otros tantos más.
Sólo debes seleccionar tu idioma de preferencia antes de comprar.
Me he quedado corta para poder describirte
las maravillas de toda esa región.
Pero ha sido a propósito,
para incitarte al irrefrenable deseo que,
tu próximo viaje sea a esta inigualable región de Alemania.
Esto sólo es un pequeño bocado
para que saborees una mínima parte de todo lo que te espera,
porque estoy segura,
que después de ponerte el caramelo en la boca,
vas a querer comértelo entero
y meterte de lleno en Selva Negra por tu propio pie.
Este lugar no es como otro que te hayan contado
o que tú te hayas imaginado a través de mis palabras.
Puedes visitar las zonas más rurales y montañosas
o las más transitadas y comerciales de la Selva Negra,
cualquiera de ellas te llena de vida,
te inunda con sus paisajes y sus monumentos,
su historia y sobre todo con todas las emociones que te va a transmitir.
Volver a casa con aire renovado y nuevas sensaciones
es de las mejores experiencias que te da un viaje.
Son sensaciones necesarias para nuestra mente
y nuestro cuerpo, para su salud.
De este, en concreto,
vas a volver cargado o cargada de energía positiva
y totalmente pleno o plena espiritualmente hablando.
Este lugar debes vivirlo,
de este lugar vas a salir fortalecido o fortalecida.
Y es que, como todo viajero o viajera sabe o debería saber,
los viajes y la experiencia de sentir y visitar cada lugar,
es mejor vivirla que contarla.
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